Columna de Opinión: Reducción del presupuesto en Ciencia y Cultura

Si bien hay organismos públicos compenetrados y comprensivos al problema tales como la CNA o la ANID, extraña que, al final de cuentas, los presupuestos ministeriales en Ciencia y Tecnología, en Educación Superior y en Cultura se hayan visto cercenados.



 

La polémica alusión de la ministra de la Cultura relativa a que “un peso que se coloque en Cultura es porque se deja de colocar en otro programa o necesidad de los ciudadanos” nos pena. Tampoco ha sido criteriosa la política en el Ministerio de Ciencia y Tecnología. 

 

La reducción presupuestaria en ambos ministerios en el marco de la crisis sanitaria podría eventualmente justificarse si acaso la política gubernamental hacia los sectores más necesitados fuese clara, consistente y eficaz, lo cual ha estado muy distante de la realidad como se ha probado a propósito del debate acerca del retiro del 10% de las AFP.

 

La emergencia sanitaria generada por el Covid-19 como sabemos ha impactado y complicado a la sociedad y a la economía, pero las políticas gubernamentales han sido erráticas y muy poco efectivas. Por el contrario, las universidades del país, instituciones por excelencia dedicadas a la cultura y a las ciencias, han mantenido una política asertiva que se ha traducido en un esfuerzo sostenido para afrontar las situaciones que este escenario genera y han continuado ejerciendo la docencia por medios virtuales, apoyando en la crisis sanitaria e incluso en los exámenes de Covid y en la investigación relacionados con la vacuna. Las medidas las han llevado incluso a gastar una serie de recursos de emergencia –que no les sobra– en tanto el gobierno ha sido mezquino en el tratamiento de su presupuesto para el año 2021.

 

En este escenario de un coronavirus que permanece, e incluso que rebota en distintos puntos del planeta, las universidades han procurado mantener su docencia de pregrado y de postgrado. En el área de postgrados, la Universidad de Santiago de Chile ha logrado sortear con éxito las adversidades y las limitaciones que suponen el confinamiento y el teletrabajo. Se han implementado inéditas clases virtuales y una serie de becas de conectividad para estudiantes, lo que ha posibilitado, incluso, optimizar varios elementos en esta nueva modalidad de la educación a distancia y siempre cumpliendo nuestro rol de universidad estatal y pública, comprometida con la construcción de la cultura y el conocimiento en Chile. Como muestra, se puede afirmar que entre junio y noviembre del presente año se elevaron a 36 los programas de postgrado acreditados de nuestra universidad, es decir, a un 69,2% de la totalidad de programas de Doctorado y Magíster vigentes e impartidos en 2020 y en plena crisis sanitaria. Hemos cumplido nuestra meta de lograr que el 100% de nuestros doctorados esté acreditado y que todos los programas de Magíster aún no acreditados estén actualmente en proceso de acreditación. Sabemos de esfuerzos semejantes en muchas universidades del CRUCH.

 

Las medidas extraordinarias para enfrentar la emergencia de parte de la ANID y la flexibilidad exhibida por la CNA deben reconocerse en este aspecto. Ello ha posibilitado que la política de mejoramiento continuo y de excelencia en los postgrados de nuestro plantel no se haya visto interrumpida por la pandemia.

 

Por lo mismo, si bien hay organismos públicos compenetrados y comprensivos al problema tales como la CNA o la ANID, extraña que, al final de cuentas, los presupuestos ministeriales en Ciencia y Tecnología, en Educación Superior y en Cultura se hayan visto cercenados.

 

Esas reducciones impactan a la investigación, a la formación de capital humano avanzado y a la creación cultural y afectarán el desarrollo integral de Chile. Es de lamentar que nuestras autoridades no tengan una visión de largo plazo: desde hace más de dos décadas la inversión en ciencia, investigación y desarrollo no supera el 0,4% del PIB.

 

Si el ministro de Ciencias concuerda en que la investigación es fundamental para aportar a acreditar soluciones de problemas coyunturales de primera prioridad, como por ejemplo el coronavirus, se esperaría que, al menos, esbozara una mínima resistencia frente a la reducción de su presupuesto. Ello impactará directamente en investigación y postgrado que inciden en las publicaciones científicas. Recordemos que para el secretario de Estado lo que valida la efectividad de las vacunas contra el Covid-19 son estudios “publicados en revistas científicas”. La crisis económica, esgrimida como justificación para este cortoplacismo, ciertamente nubla el horizonte de las autoridades.

 

Por el momento, parece ser que, a pesar de los esfuerzos de las instituciones de Educación Superior por asegurar la calidad de su investigación, la formación profesional, la oferta de postgrados y la contribución a la cultura, la ciencia y la cultura aún no logran instalarse como una prioridad real ni para el Ministerio de Ciencias, ni para el gobierno, ni para el Estado de Chile, un país miembro de la OCDE.

 

Dr. Cristián Parker

Vicerrector de Postgrado

Universidad de Santiago de Chile

Publicado en: el desconcierto.cl